Cuento "La ventana" Fragmento II


"La habitación tenía una sola ventana que estaba junto a la cama de Marta. Una luz que ya era blanca antes de atravesar los cristales, iluminaba la cara de Marta y su muñeca. No he dicho que Marta tenía una muñeca que cerraba los ojos y que alguna vez también  tomaba píldoras, pues las muñecas de las niñas que padecen del corazón se fatigan a menudo.
-- ¿Cómo se llama?-- preguntó Juanita.
Marta se despertó y se sentó en la cama para contemplar mejor a su nueva compañera. Estupendo. Llevaba mucho tiempo sola. Aquella cama había estado vacía desde que se llevaron a Luis, la niña que le dejo la muñeca antes de morirse.
--¿Cómo se llama?-- volvió a preguntarle Juanita, señalándole la muñeca.
--Luisa-- repuso Marta con cierto orgullo. Por los ojos con que la nueva niña la miraba, debía estar envidiosa de su muñeca--. Luisa no debe levantarse de la cama porque se fatiga-- añadió--. Pero si quieres, puedes venir a jugar con ella.
--Ahora no-- respondió Juanita--. No me gusta levantarme temprano de la cama.
Aquella mañana pasaron por allí los médicos vestidos de blanco y las enfermeras con las inyecciones. Todos sonrieron a las niñas y les dijeron que se portaran  bien. Juanita no quería que la cuidasen. Sólo quería estar sola. En toda la tarde no dirigió la palabra a su compañera y, por la noche, se durmió temprano.
La despertó un extraño ronquido, como de alguien que respiraba con dificultad. Tiró del cordoncito de luz y vio a su compañera precipitarse sobre el frasquito de píldoras que estaba en la mesita de noche.
--¿Qué te ocurre?--preguntó Juanita.
--Me ahogo-- respondió Marta--.Pero no te asustes. Se pasa pronto.
Permanecieron despiertas largo rato. Juanita aguardó a que la respiración de Marta se apaciguase, para preguntarle:
--¿Te sucede muchas veces?
--Oh, no-- repuso Marta con cierta rotundidad, como quien rechaza una ofensa.
--¿Y te duele mucho?
--Vamos a dormir-- respondió Marta, a la que no le gustaba hablar de aquello. Y para restar gravedad al asunto, añadió:--: Además, cuando me sucede, me tomo una de esas píldoras y ya está.
--Si lo hubiera sabido me hubiera levantado de la cama para ayudarte--repuso Juanita, a modo de disculpa.
Marta pensó que su nueva compañera era una de esas niñas perezosas que siempre ponen disculpas para no moversen de la cama. Pero también pensó que quizá fuese una niña que se fatigaba aún más que ella, y no podía siquiera moverse de la cama. Por eso le dijo que, si se fatigaba, podía tomar una píldora de su frasquito.
--Yo no me fatigo-- respondió altivamente Juanita. Pero no pudo menos de terminar la frase-- No me fatigo porque no puedo andar.
--¿Y no hay píldoras para que andes?-- le preguntó Marta.
Ahora era Juanita la que quería dormir.
Marta se quedo pensativa. Había juzgado mal a su compañera. Pero quizá podría ayudarla. Le tendió su muñeca.
--Puedes jugar con ella-- le dijo.
--No la necesito-- respondió Juanita. "

Continuará.....